Presentación de la revista ESPAI EN BLANC n.3-4:
'La Sociedad Terapéutica'
Política y terapia
Hoy la política consiste en gestionar la vida, y lo que alimenta actualmente el capital no es ya el fruto de mi trabajo, sino mi propia vida. Y es esta misma vida gestionada, puesta a trabajar, la que que se convierte en invivible. Nuestro malestar nace de la imposibilidad de ser dueños de nuestra propia vida, de la imposibilidad de expresar una resistencia común y liberadora contra esta permanente movilización. Por eso el poder se convierte en poder terapéutico, y la política en gestión (productiva) de ese malestar. La política, en definitiva, se aproxima a la terapia ya que su función consiste en mantenernos con el mínimo de vida, en capitalizar nuestra vulnerabilidad. ¿Estamos condenados a ser tan solo una “vida sostenible” al borde de la crisis?¿Se nos ha expropiado la capacidad de ser autores de nuestra propia vida? Pero, ¿en qué consiste el malestar social? ¿Qué significa hoy “curarse”? En efecto, la política se convierte en terapia; y la terapia... ¿puede ser hoy una vía de politización? ¿Una vía de acceso a un “Nosotros”?
[materials relacionats] [resum de la trobada]
29 de gener, 2008
Febrero 28
Marzo 27
Cárceles Terapéuticas
La expansión de los mecanismos tradicionales del poder ha traspasado las instituciones tornándose difusa la diferencia entre el dentro y el fuera. En este contexto emerge la terapia como nuevo mecanismo de gobierno en el espacio carcelario. Se trata de reprogramar al sujeto interno mediante la anulación de su biografía, lo que conlleva, antes que nada, la aceptación de su culpabilidad. De esta manera, mediante la gestión del tiempo, la participación en los talleres, la autoimplicación en el funcionamiento del centro, se consigue reconstruir una personalidad dócil y adaptable que será fácil de reinsertar. En la cárcel terapéutica “una vida” no es sólo encerrada sino que también es colonizada por una intervención que se extiende hasta lo más íntimo. Las relaciones personales y familiares son consideradas instrumentos terapéuticos fundamentales, por lo que se ejerce sobre ellas una vigilancia especial y estricta. ¿Es esta nueva cárcel un laboratorio de los mecanismos de control y de producción de subjetividad, que luego se aplicarán a la sociedad en su conjunto? ¿Qué relación tiene la terapia carcelaria con la terapia en la vida?
[COMUNICADO de la Oficina Social (Antropología y prisión)]
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Abril 22
(Tu) Vida Precaria
Hoy vivimos una vida precaria. Vivienda hipotecada, trabajo inseguro… la precariedad no es solamente laboral sino que alcanza cada vez más todos los ámbitos de la existencia. Incluso nuestras relaciones con los demás se han hecho precarias: la amistad, el amor… La precariedad no es algo que nos pasa y que un buen día dejará de pasarnos, sino que define cada vez más la propia condición humana. La imposición de la precariedad por parte de esta sociedad capitalista se lleva a cabo bajo la amenaza de exclusión, de muerte social. El chantaje de la incertidumbre -¿qué será de mi vida? ¿sabré salir adelante?– genera miedo. Y, como es conocido, el miedo y la esperanza han sido desde siempre el modo como el poder se impone y gobierna. La novedad reside en que esta interiorización del miedo socava las propias ganas de vivir ya que nos aboca a la impotencia de una vida privada. Porque esta es la cuestión fundamental: la precariedad tiene una dimensión social, y en cambio, se vive y trata de resolver individualmente. De aquí surgen todas las patologías que hoy son las nuestras: la depresión, la ansiedad, los estados de pánico… ¿ Son ellas las causas del malestar social? ¿El malestar social es politizable? ¿Puede la precariedad ser hoy la palanca de nuevos procesos de liberación? ¿Cómo girar sus efectos a favor nuestro?
Mayo 29
¿Se puede hacer de la enfermedad un arma?
La enfermedad… ¿Cómo se dice? ¿Cómo la decimos? ¿Qué relación guardan el sufrimiento y el lenguaje, el “paciente” y lo que dice? Ante la experiencia del dolor el habla se descubre incapaz. Hacer entender al Otro lo que uno sufre parece siempre una empresa desesperada. La enfermedad impone por eso la experiencia de una privacidad absoluta. Y, sin embargo, ¿no se forma alrededor de esa experiencia del dolor una extraña comunidad? ¿Puede ser la enfermedad un arma contra el poder? Pero entonces ¿Habría que reivindicar el estar enfermo? Normalización o enfermedad. ¿Es esta la dualidad a la que tenemos que hacer frente? O más bien de lo que se trataría es de hacerla estallar. ¿Acaso esto no es abrir un proceso de politización que nos pone frente a nuestras condiciones de vida?